Episodio 3: El diario de Emma, 1909
8 de agosto de 1909
Ha sido un verano encantador. Nos han permitido pasar la mayor parte del tiempo con la tía Florence. Nos ha dicho que hemos crecido enormemente desde el año pasado y que teníamos la edad suficiente para aprender un poco más sobre la vida. Es tan sabia como misteriosa. Siempre nos deja con la mayor curiosidad. Hoy, durante el almuerzo, nos dijo que tenía una sorpresa para nosotros. Nos dijo que tomáramos una canasta y fuéramos donde Bonny, quien nos ayudaría a encontrar algunas telas y mantas. Bonny estaba horneando un pastel y la cocina olía delicioso. Sobre la mesa, pudimos ver que ella ya había preparado una bandeja con vajilla elegante para la hora del té. Nos llevó al armario y nos dio un par de telas. También nos dio velas. Estábamos de lo más intrigadas.
Cuando nos encontramos con la tía Florence en la biblioteca, uno de sus muebles estaba abierto y ella sostenía un libro en sus manos. Dentro del armario había docenas de libros, algunos pergaminos y cientos de papeles. Levantó la tapa del libro, dejando al descubierto que no era real. Era un escondite para una llave. La recogió y y caminó unos metros hacia la pared. Corrió una pesada cortina de terciopelo, revelando una puerta de madera arqueada. La llave abrió la puerta y entramos en la habitación detrás de ella. El cuarto estaba bastante oscuro, pero de alguna manera se sentía cálido, alegre y acogedor. Había una gran mesa con al menos diez sillas, todo de una robusta madera oscura. Colgados de las paredes había hermosos cuadros, la mayoría de ellos de flores y praderas. Había piedras y ramas y todo tipo de tesoros naturales.
Antes de que pudiéramos hacerle una pregunta, la tía Florence comenzó a hablar. “Aquí es donde mis amigas y yo nos reunimos de vez en cuando. La próxima reunión será en otoño y me encantaría que ustedes dos estuvieran presente. Será una ocasión muy especial, así que traigan el vestido que más les guste.” Rose y yo estábamos asombradas y apenas podíamos hablar. Sabíamos que la tía Florence no nos diría más de lo que quería, así que no le preguntamos nada y simplemente le agradecimos por una invitación tan irresistible. "Ah, y piensen en el nombre de una flor que les guste y que tenga un significado especial". Agregó antes de cambiar de tema. "Ahora mis brujitas, es hora de aprender y divertirse." La tía Florence empezó a examinar las telas que habíamos traído y les hizo un nudo a cada lado. Señaló una esquina de la habitación y pudimos ver que colgaban ganchos de las paredes. Luego soltó una cuerda que cayó del techo y unió las telas formando un dosel. Bonny llegó unos minutos después diciendo que el pastel estaba listo. La tía Florence dijo que tomaríamos el té a las cinco en punto porque todavía teníamos mucho que hacer. Encendimos velas y abrimos una ventanita secreta escondida detrás de un respiradero de bronce. Finos rayos de sol se filtraban a través de los agujeritos, cubriendo la larga mesa con un cálido resplandor dorado.
La tía Florence tomó algunos libros e ilustraciones del armario, que leímos detenidamente en nuestro cómodo rincón hasta la hora del té. Ojalá pudiera escribir todo lo que hemos descubierto hoy. Pero es bastante tarde y mis ojos ya casi no pueden ver. Mañana por la mañana le preguntaremos a la tía Florence acerca de las mujeres sobre las que leímos y también le diremos que Rose y yo ya hemos pensado en la flor que elegiremos para la reunión. Será un diente de león.
Episodio 3: Carta de Rose a Winifred
Bermothill, 19 de agosto de 1976
Mi queridísima Winifred:
me hizo muy feliz saber que atesorarás sus cosas. Emma las mantuvo a salvo durante mucho tiempo. Cuando ella falleció, tu abuelo me las dio. Oh, sí, por supuesto que lo conocía. James era un hombre extraordinario y me alegro de poder llamarlo mi amigo también.
Preguntaste cómo conocí a tu abuela. Esa es una pregunta fácil. Íbamos juntas a la misma escuela. Pero nuestra verdadera amistad comenzó unas semanas más tarde cuando ella fue la única en la clase que no se rió de mí cuando entré al salón con uno de los sombreros de la tía Florence. Ella pensó que era fascinante. Ella tenía tanta curiosidad al respecto. Veo que eres curiosa como ella también. La tía Florence le decía “todo sucede a su tiempo”.
Mi querida Winifred, esta semana me iré de Bermothill, mi hijo me llevará a su casa en Riverbell. Tienen un hermoso jardín donde mi dulce nieta, Chloe, me lee. Me quedaré allí hasta que mi condición mejore. Me acabo de acordar. Cuando éramos jóvenes, Emma solía hornear galletas para mí cuando no estaba bien. Siempre me consolaban. Espero que algún día encuentres sus recetas entre sus páginas. Eran realmente deliciosas.
El pacto del diente de león. Bien, bien. Debes perdonarme, querida, pero me temo que si te lo cuento, yo misma lo estaría rompiendo. Estoy segura de que pronto descubrirás más al respecto. ¿No es maravilloso saber que siempre hay algo nuevo que aprender esperando?
Dices que sientes que Emma te está guiando, a tu lado. He tenido la misma sensación durante más de veinte años. No tengo dudas de que ella nos cuida, pero cuando sientas lo contrario, recuerda que nuestros seres queridos nunca nos abandonan, si les permitimos vivir en nuestros corazones.
Con cariño,
Rose.
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